lunes, 28 de septiembre de 2015

Poemas para Gadea [III]

Las nubes se han difuminado en el cielo,
celeste, como el de tus ojos pigmento,
y dorado, a lo sumo un rayo,
el sol infiltrado en tu globo derecho.

Entrechocan las hojas de palma,
como chocan las olas contra la arena,
susurro musical, sustituye la dulcísima
entonación de tu voz
al decirme te quiero.

Esta salina atmósfera que inhalo,
olvidando así tu aliento,
más el del viento aroma
con el tuyo se me antoja
mezclado, impregna
la almohada en que te sueño;
igual que sueña Cádiz con América,
sueño yo con tu encuentro.

Esta mañana extraño tu cuerpo.

La Jara, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Poemas para Gadea [II]

De tu mente reducto privado,
para todos cuarto blindado,
es tu intimidad, aspecto subterráneo,
manantial de lágrimas negadas,
hoguera de amores (casi) olvidados.

Allí, donde habita la niña,
que en su cuna aún no ha despertado,
donde la primitiva inseguridad
tras tus vocablos no se ha ocultado,
donde permanecen tus miedos
semiatados, e inmensa eres de un vistazo
abarcable, sin haber sido invitado
yo me hallo.

Yo, que fui abriendo cada madrugada
el libro formado por tus piernas,
que tan solo mediante la palabra
hice de mi boca tu reclamo,
hojeo el conjunto de tus recuerdos,
lo sostengo entre las manos,
e imagino que no me ha borrado el tiempo,
que permanezco en tu íntimo habitáculo.

Pero ya chirría el pomo incuestionable;
entra, o mi carcelero o mi verdugo,
entra, ¿serás tú?

viernes, 11 de septiembre de 2015

Poemas para Gadea [I]

Este mar tan inmenso,
este sol tan intenso,
ahogando ánimas sin tropiezo,
arrugando frentes, secando comienzos.
Insomnio en el lecho, me encontré de niño
consciente de ser moribundo perpetuo.

¿Cómo creer en deidades,
en mañanas sin edades,
si mi cuerpo se mostraba entrópico
y mis pasiones entes pasajeros?

Inconformista me sorprendí soberbio,
hice de este absurdo mi rival perfecto,
de este sueño, mi parapeto
contra finales que no acepto.

Pero Gadea ha puesto fin al tiempo,
lo ha absorbido entre sus huecos.
para terminarlo y renacerlo.
Alberga el futuro en su útero,
emanan salmos de entre sus besos;
siempre idénticos, siempre nuevos.

Gadea es el vino derramado entre los cuerpos,
la penúltima calada en la mar alborotada,
la cicuta, que adormece y mata luego.

Gadea es la excusa de la muerte.
Gadea es vida.

Espigón de Isla Cristina (Huelva) una tarde de finales de junio.

El año empieza en septiembre


Siempre he pensado que los años no terminan en diciembre, la diferencia entre el día 31 y el 1 es inexistente; sin embargo, entre el 31 de junio y el 1 de septiembre sí que la hay y mucha. El verano sirve de división entre cursos académicos, entre temporadas, e incluso marca el cambio en tu vida social. Los amores no peligran en nochevieja, lo hacen en verano, cuando la distancia impone la realidad. También es tiempo para empezar cosas nuevas. Es por eso que me encanta el verano, y aunque necesito volver a la rutina, en el fondo sé que no quiero que se acabe.

Este año empiezo cosas nuevas: me voy a estudiar a Cádiz, comienzo los encuentros ruteros, y por supuesto Gadea. Porque este último nombre lo oiréis mucho si leéis a menudo este blog. Empiezo nuevo poemario, y he decidido que su nombre sea Poemas para Gadea; en él hablaré sobre el amor, las experiencias vividas en la Ruta Quetzal 2015, y este tiempo nuevo en la universidad. Tantos cambios necesitaban constituir un bloque en mi “obra”. Si Gadea existe o no, o si se llama Gadea en realidad, lo dejo a vuestra imaginación.


Espero que hayáis descansado, ¡porque empezamos!



Puesta de sol desde la azotea de mi casa en La Jara, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz),
donde viviré mientras estudie en la UCA.