lunes, 21 de septiembre de 2015

Poemas para Gadea [II]

De tu mente reducto privado,
para todos cuarto blindado,
es tu intimidad, aspecto subterráneo,
manantial de lágrimas negadas,
hoguera de amores (casi) olvidados.

Allí, donde habita la niña,
que en su cuna aún no ha despertado,
donde la primitiva inseguridad
tras tus vocablos no se ha ocultado,
donde permanecen tus miedos
semiatados, e inmensa eres de un vistazo
abarcable, sin haber sido invitado
yo me hallo.

Yo, que fui abriendo cada madrugada
el libro formado por tus piernas,
que tan solo mediante la palabra
hice de mi boca tu reclamo,
hojeo el conjunto de tus recuerdos,
lo sostengo entre las manos,
e imagino que no me ha borrado el tiempo,
que permanezco en tu íntimo habitáculo.

Pero ya chirría el pomo incuestionable;
entra, o mi carcelero o mi verdugo,
entra, ¿serás tú?

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