Esa
incierta tarde en que te vayas,
quiero
pensar que no somos nosotros,
sino
la vida quien nos posee,
que
es tan solo un préstamo,
que
a la muerte vamos a devolver.
En
este mundo de espacios
infinitos,
pero recursos
definidos,
quiero pensar
que
con tu marcha me cedes
la
plaza que antaño a otro quitaras.
Quiero,
pero no puede el argumento,
el
racional pretexto, acallar
la
sublevación de mi alma;
nada
podrá paliar la agonía
de
saber que voy a echarte en falta.
Puerto de Cádiz, fotografiado tras las ventanas del ferry
un día de levante
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