Abril
es el albero, tierra andaluza,
polvo del recuerdo,
de patio y colegio,
de caballo y ruedo,
en que yacen los pétalos
del azahar, blanco y narcótico,
ralentizando los latidos
de un corazón asténico.
Dejar el café enfriándose
mientras la tarde cae,
y el sol se hace añejo;
mientras se reclina
el cuerpo sobre la butaca,
y el libro contra el pecho.
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