interrumpen mi monólogo interno,
la cama infructuosamente deshecha
guarda el anhelo del que reniego.
Yacían los labios del ímpetu sin freno
sobre el terreno aún en bombardeo,
besaron sin decir mi pecho:
yo te quiero, pero no puedo.
Otra vez solo yo y la palabra,
yo, y el verso que ha de rescatarme,
yo, y la tarde que no logra
sino tolerarme.
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Cada vez siento más pasión por los poemas cortos pero intensos, y este es uno de ellos. ¡Qué final! Me encanta.
ResponderEliminarEnhorabuena, de verdad.
La extensión del poema no se elige, simplemente se dice lo que se tiene que decir. ¡Muchas gracias!
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